El mirador evoca el tiempo de las conquistas revolucionarias de las colonias populares de la gran ciudad de México y existía ya la Cantina Restaurante el Mirador de Chapultepec Desde 1904.

Adquirido por Don Juan Celorio Torres un personaje bien relacionado y conocido en el medio del buen comer, fue el quien adquiere El Restaurante bar El Mirador a el Sr. Lamarina fue por los 30s cuando Don Juan Celorio comienza con la magia, era en el  Mirador donde se compraba lateria con excelente calidad y variedad,donde se servia cerveza de todo el mundo desde una cerveza rubia Alemana astra o una cerveza negra de Irlanda como Guinness

Le siguieron muchos años de reconocimientos y logros, atraves de trabajo y mantener la marca, quien le siguió los pasos a Don Juan Celorio fue su hijo Don Juan Manuel Celorio Moran ya habiendo adquirido la experiencia y formación de su padre siguió cosechando reconocimientos.

Debido a sus ventanales desde donde se miraba precisamente gran parte del castillo de Chapultepec, las grandes extensiones del bosque es que se debe el nombre.

Era en aquel entonces por los años de los 60s dicho por muchos clientes la barra mejor surtida comparándose incluso con la cantina el chicote de Madrid (hoy restaurante museo).

Se podía encontrar usted con celebridades del medio artístico y político  era bien sabido que quien reservaba tenía lugar, ya que era tal la demanda que solo con reservaciones se le daba servicio.

En la barra de la cantina se formaban hasta tres filas para esperar el servicio, prácticamente no pasaba ningún pedido de la barra hacia los meseros  si no pasaba la charola por las manos de los clientes ya que no había posibilidad que el mesero lo tomara por si mismo.

Decían algunos clientes que les gustaba mucho ir a comer ahí por que era divertido ver como los clientes prácticamente se peleaban por las mesas.

Hoy esta consolidada como una Cantina Restaurante donde se pueden degustar exquisitos platillos gourmet como escamoles ceviches de caracol entre otras especialidades, y en la cantina refugio de  los señores que alegremente se debaten entre retas de domino y cubilete sin dejar de disfrutar de platillos tradicionales.